Déu Pare, dame Gracia y pone en mí el deseo de buscarte, para que al buscarte pueda encontrarte, para que al encontrarte pueda amarte, y para que al amarte pueda odiar con todas mis fuerzas, con toda mi alma y todo mi corazón, todos los pecados de los que me has salvado...
En el Nombre de Jesús, amén!



domingo, 5 de septiembre de 2010

De que Todo Unicitario Debe Entender que Sin Trinidad, No Hay Salvación... (6)


En la entrada anterior hemos visto cómo la doctrina unicitaria ignora toda la vida de sufrimiento por la que -por Amor a Dios y a nosotros- tuvo que pasar Jesús, arrebatándole gran parte de la Gloria que justamente le corresponde.

Si tenemos en cuenta que una de las funciones del Espíritu Santo es la de glorificar a Jesús, es evidente deducir de dónde no viene la doctrina unicitaria.

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Pero volvamos al tema.

Tenemos a un Verbo de Dios encarnado que en su simple humanidad, era dirigido por el Poder del Espíritu con que el Padre le ungió.

De ahí que Jesús -en su humanidad, no en su divinidad, no me cansaré nunca de remarcarlo- creciera en sabiduría, de ahí que dudara en confesar que no lo sabía todo, de ahí que tuviera que orar durante noches enteras, de ahí que fuera tentado, pues Dios no puede ser tentado, de ahí que mediante el sufrimiento aprendiera obediencia...

En efecto, si Jesús no hubiera sido como nosotros -puramente hombre- jamás podría haber ocupado nuestro lugar dado que un Hombre/Dios provisto de todo Su Poder, no puede ser el sustituto de un simple hombre.

El Verbo de Dios aceptó voluntariamente Sus limitaciones, no abandonó Su naturaleza divina, no renunció a ninguno de los atributos propios de Su Deidad.
Lo que hizo fue simplemente dejar de lado el justo derecho que le correspondía de emplear dichos atributos con el fin de experimentar una vida como uno de nosotros.

Esto es lo que muchos trinitarios no tienen en mente cuando debaten con unicitarios.

Dichos debates son un tanto aburridos pues sus protagonistas suelen enfrascarse en el lanzamiento de versículos contra la línea doctrinal del otro para ver quién es el que consigue hacer claudicar a su contrario.

No hace falta entrar en ese bucle del que difícilmente se puede salir, pues todo es mucho más sencillo: si Jesús era Dios encarnado provisto de toda Su Gloria y Poder, tal como no duda en defender la doctrina unicitaria... Jesús no redimió a nadie y todos seguimos en nuestros pecados.

Así pues, dónde está la Buena Nueva unicitaria?

En ninguna parte.

Ahora bien, despejemos malos entendidos.
Que Jesús aprendiera obediencia no significa que en algún momento de su existencia hubiera sido desobediente pues un poco antes se nos dice que Jesús fue tentado en todo igual que nosotros aunque sin pecado, así pues, qué quiere decir este versículo?

Simplemente que Jesús -a lo largo de su vida- tuvo que perseverar en obediencia a la Voluntad de Dios.

Jesús tuvo que perseverar en todas y cada una de las demandas que Dios Padre ponía de manera creciente delante de él, para que de esta manera pudiera soportar la que sería la mayor y más angustiosa demanda de todas: la Cruz.
8 y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.
Filipenses 2
Demanda tras demanda, sufrimiento tras sufrimiento forjó en Jesús el carácter necesario para hacer la Voluntad de Dios hasta el final y poder así afrontar una muerte humillante, dolorosa y terrible.

No hay unicitario que pueda comprender la angustia terrible y desesperante de Jesús en el monte de Getsemaní, pues no nos olvidemos que hasta tres veces -un Jesús agónico que sudaba como gotas de sangre- le oró al Padre que si es posible no le hiciera pasar por el terrible sufrimiento que le esperaba.

Todo esto, toda esta terrible angustia la ignora la doctrina unicitaria.

Dicha doctrina , olvida igualmente la sumisión de Jesús al Espíritu, la cual no solo es un aspecto clave para comprender parte de la vida y obra del Señor, si no también para nosotros pues estamos ante la misma sumisión y obediencia que los apóstoles nos instan a seguir.

En efecto, la humildad de la Palabra de Dios no solo es manifiesta en su encarnación, si no también en Su sumisión al Espíritu Santo.

Todo esto lo desarrollaré en próximas entradas, mientras tanto, dad gracias por todo a Dios en el Nombre de nuestro Señor Jesucristo...