Déu Pare, dame Gracia y pone en mí el deseo de buscarte, para que al buscarte pueda encontrarte, para que al encontrarte pueda amarte, y para que al amarte pueda odiar con todas mis fuerzas, con toda mi alma y todo mi corazón, todos los pecados de los que me has salvado...
En el Nombre de Jesús, amén!



domingo, 23 de enero de 2011

De Cómo un Versículo que Nos Habla de la Santificación, Se Emplea para Hablar de Expiación y Nos Liamos...


Ayer mismo un hermano me comentó que en un blog católico, había leído 1 Juan 3:3 entre los versículos que demostraban la efectividad expiatoria de las penitencias católicas.

En esta entrada demostraremos el por qué del error de esa exégesis,
3 Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro.
1 Juan 3:3
La frase que debe haber despistado al autor del blog católico tiene que haber sido se purifica a sí mismo.

Vayamos tirando del hilo poco a poco.
Y todo aquel que tiene esta esperanza en él...
Bien, de qué esperanza nos habla Juan?

Hmm, vayamos al contexto inmediato que precede al tercer versículo,
1 Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él.

2 Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es.
Lo primero que vemos es que dicho contexto no alude para nada a expiaciones, ni al pecado.

Esto solo es suficiente para sospechar de la mala exégesis del susodicho católico.

Pero decía, de qué esperanza nos habla Juan?

De la segunda venida de Jesús, y de que cuando venga, su Espíritu ya nos habrá transformado a imagen suya.

En efecto, el versículo que el tipo católico había interpretado como expiatorio es, en realidad, un versículo que nos habla de la santificación, es decir, el proceso de moldeamiento a imagen de Jesús que todo receptor del Espíritu Santo experimenta a lo largo de su vida.

Veamos cómo se nos explica esto en el versiculo anterior al que nos ocupa,
2 Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es.
Ahora somos hijos de Dios, dice Juan.
En efecto, y cómo recibe uno la adopción de Dios Padre?

Por fe.
Recordáis cómo el mismo Juan nos habla de esto en su Evangelio?
12 Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;
Juan 1
Ahora bien, todo aquel que recibe el don de la fe, lo recibe por la acción del Espíritu Santo en él.

Y cuál es una de las funciones del Espíritu Santo?

La de moldear al creyente a imagen de Jesús,
18 Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.
2 Corintios 3

29 Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos.
Romanos 8
Exacto, y eso es justo lo que nos está diciendo Juan en el segundo versículo que hemos visto.
Y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él
Y cómo se relaciona esto con el versículo siguiente?

Directamente.

La acción del Espíritu Santo nos purifica, no de nuestros pecados, nos purifica en el sentido que nos limpia de nuestro viejo Yo,
1 Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador.

2 Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto.

Juan 15
Como he dicho al principio, la santificación es un proceso constante y progresivo que se desarrolla a lo largo de la vida del creyente, un proceso en el cual el ser humano -a diferencia de la Salvación la cual es por Gracia- sí tiene un papel.

Y es que hemos de entender que Dios acaba lo que empieza, que la Salvación es un lote que incluye nuestra santificación, hemos de entender que entre las muchas gracias que uno recibe en Cristo Jesús, está la de la recepción del Espíritu Santo que nos faculta para resistir al pecado.
Mas por obra suya estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual se hizo para nosotros sabiduría de Dios, y justificación, y santificación, y redención,
1 Corintios 1:30
Por tanto, la idea que no hemos de perder de vista es que la acción del Espíritu Santo en el creyente, le transforma a imagen de Jesús de manera definitiva,
se purifica a sí mismo, así como él es puro.
Esta es la razón por la cual Jesús nos dice que por sus frutos les conoceréis, pues todo aquel que está en Cristo, nueva criatura es, y las nuevas criaturas no pueden evitar andar de acuerdo a su nueva naturaleza,
17 Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos.

18 No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos.

Mateo 7
No es que uno para salvarse deba hacer buenas obras, es que cuando uno ha sido salvo por fe, y ha recibido el Espíritu Santo, su vida da fruto.

Qué frutos?

Los del Espíritu.

Si alguien después de diez, veinte o treinta años en el Evangelio, sigue siendo rencoroso, egoísta, envidioso, si busca el reconocimiento de los que le rodean al utilizar la excusa de Dios para dárselas de santito, si le encanta corregir a los hermanos pero no acepta corrección, si...

Entonces uno debería poner en duda su Salvación, pues su vida no da el fruto que Dios quiere.

Ahora bien, una vez visto todo esto, parafraseemos con nuestras propias palabras, el segundo y tercer versículo de 1 Juan 3,
2 Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es.
Hmm, empecemos con el segundo...

Queridos hermanos, aunque por fe ya seamos hijos de Dios, todavía no hemos llegado a aquello a lo que estamos llamados a ser, todavía no nos hemos deshecho de los viejos ropajes de nuestro antiguo Yo, y nos dejamos arrastrar más por lo carnal que por lo espiritual.
No obstante, nuestra fe nos da la certeza que cuando el Señor venga, el Espíritu Santo que hace que tengamos esta esperanza, nos habrá transformado por fin, a imagen del mismo Señor que nos ha dado todo esto.
3 Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro.
Y ahora el tercero...

Todos los que tenemos fe en el Señor, todos los que sin haberle visto le queremos, todos los que vemos que amamos lo que Dios ama y aborrecemos lo que el Señor aborrece, todos los que a diario luchamos para que el viejo Yo mengüe y el Señor crezca en nosotros, todos los que tenemos esta esperanza que solo da la fe, y fe que solo da el Señor, todos estos, decía, nos purificamos de las inmundicias de nuestro viejo Yo, dejándolo atrás clavado en la cruz, y vamos avanzando en santidad para ser imagen de Jesús.

Ok, no ha sido la mejor paráfrasis del mundo, por eso animo a que cada uno pruebe la suya.

Sea como sea, mientras meditáis en todo esto, dad gracias a Dios en el Nombre de nuestro Señor Jesucristo...