Déu Pare, dame Gracia y pone en mí el deseo de buscarte, para que al buscarte pueda encontrarte, para que al encontrarte pueda amarte, y para que al amarte pueda odiar con todas mis fuerzas, con toda mi alma y todo mi corazón, todos los pecados de los que me has salvado...
En el Nombre de Jesús, amén!



martes, 5 de abril de 2011

De Malaquías 3 o, la Santificación en el Cristiano...


En Malaquías 3 leemos,
1 He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí; y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis, y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros. He aquí viene, ha dicho YHWH de los ejércitos.

2 ¿Y quién podrá soportar el tiempo de su venida? ¿o quién podrá estar en pie cuando él se manifieste? Porque él es como fuego purificador, y como jabón de lavadores.

3 Y se sentará para afinar y limpiar la plata; porque limpiará a los hijos de Leví, los afinará como a oro y como a plata, y traerán a YHWH ofrenda en justicia.
Pregúntale a un herrero cómo se afina el oro, cómo se limpia de impurezas la plata y te responderá pacientemente que se tiene que calentar la pieza en el fuego del horno, sacarla cuando esté al rojo vivo, golpearla con fuerza para así eliminar las impurezas del metal, y repetir esto hasta que dicho metal esté limpio.

Fuego, golpes, fuego, golpes....

Cuándo sabrá el herrero que el metal está limpio?
Cuando se vea reflejado en él.

Cuando el cristiano recibe el Espíritu Santo, empieza el proceso de santificación -el moldeado de su carácter a imagen de Jesús- un proceso que dura toda la vida del creyente.
29 Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos.
Romanos 8
Pero la manera que Dios nos limpia de nuestras impurezas, de los restos de nuestro viejo Yo que no han muerto al mundo, es mediante el sufrimiento, las tribulaciones.

El autor de Hebreos nos habla de esto con prístina claridad,
5 y habéis ya olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige, diciendo:

Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor,
Ni desmayes cuando eres reprendido por Él;

6 Porque el Señor al que ama, disciplina,
Y azota a todo el que recibe por hijo.

7 Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina?

8 Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos.

9 Por otra parte, tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, y los venerábamos. ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos?

10 Y aquéllos, ciertamente por pocos días nos disciplinaban como a ellos les parecía, pero éste para lo que nos es provechoso, para que participemos de Su Santidad.

11 Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados.

Hebreos 12
Decía John Piper, Espero que no os enfadéis contra Dios por la manera que ha elegido de santificarnos...

Espero lo mismo.

En efecto, si eres orgulloso, Dios hará que pases por las circunstancias necesarias para que abandones tu orgullo.
Si para ti es muy importante el dinero, Dios hará que pases por las circunstancias necesarias para que abandones tu estupidez, etc...
2 Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto.
Juan 15
Es agradable?
No, es duro, aunque el grado de dureza será inversamente proporcional a la testarudez con que nos resistamos a abandonar los vicios de nuestro viejo Yo.

Hasta cuándo durará dicha disciplina?

Hasta que cada vez que alguien te mire, pueda ver a Jesús reflejado en ti.

Fuego, golpes, fuego, golpes...

Mientras meditáis en todo ello, dad gracias a Dios por todo en el Nombre de nuestro Señor Jesucristo...