17 Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis.Me pregunta un hermano,
Gálatas 5
No es este versículo una evidencia clara de que todo cristiano, a pesar de poner su mente en las cosas del Espíritu, es incapaz de llevarlas a cabo por su naturaleza caída?Lo sería si sacáramos de contexto dicho versículo.
Fíjate en el versículo inmediatamente precedente, le digo.
16 Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne.En este pasaje Pablo nos habla de la seguridad de dominio sobre el pecado que tiene todo creyente, no de la seguridad de derrota ante él.
No te dejes engañar por el "para que no hagáis lo que quisiereis" final, pues el contexto aclara que Pablo está diciendo precisamente lo contrario.
Exacto, por eso, inmediatamente después, tras contrastar los frutos de la carne y el Espíritu en los versículos que van del 19 al 23, Pablo afirme que,
24 Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos.Pablo no presenta una visión pesimista de la existencia, donde un puñado de creyentes atormentados por los deseos elevados que un Demiürgo ha impreso en ellos, se ven constantemente frustrados por la imposibilidad de alcanzarlos, sino que por el contrario, nos da una Buena Nueva más.
En efecto, de ahí que -tras constatar la presencia constante de los deseos carnales en todo creyente- Pablo aclare que todo cristiano tiene en él las herramientas necesarias para andar libre de la esclavitud a su pecado: el Espíritu de Dios.
Mientras meditáis en todo esto, dad las gracias por todo a Dios nuestro Padre en el Nombre de nuestro Señor Jesucristo...