Déu Pare, dame Gracia y pone en mí el deseo de buscarte, para que al buscarte pueda encontrarte, para que al encontrarte pueda amarte, y para que al amarte pueda odiar con todas mis fuerzas, con toda mi alma y todo mi corazón, todos los pecados de los que me has salvado...
En el Nombre de Jesús, amén!



jueves, 15 de septiembre de 2011

De que Tal Vez, Antes de Sacar el Evangelio de la Prosperidad del Cristianismo, Deberíamos Empezar por sacarlo de Nosotros Mismos...

31 para que, como está escrito: El que se gloría, gloríese en el Señor.
1 Corintios 1:31
Todos criticamos con justa razón, el mal llamado evangelio de la Prosperidad, el cual miente al afirmar que Dios quiere prosperar al cristiano en todos los terrenos, especialmente el económico.

No hay cristiano pobre, rebuznan los que perpetran esta mentira, culpabilizando a los más necesitados.

Sin embargo, en gran medida todos aquellos que deploran la mentira de la prosperidad, en la práctica flirtean inconscientemente con ella.

Cada vez que medimos nuestro progreso espiritual por el tamaño de nuestra iglesia, por el crecimiento de nuestro ministerio, por las obras que hacemos, los libros que hemos leído, los estudios bíblicos realizados, por... etc, nos hacemos compinches de los mismos farsantes que criticamos.

La única prosperidad que tiene importancia a ojos de Dios es la espiritual, la cual se desarrolla a medida que uno mengüa y Él crece en nosotros.

Lo que somos y tenemos es por el trabajo de Dios en nuestro lugar.

De ahí que no tengamos nada de que gloriarnos.

Y tampoco debemos, pues estamos llamados a buscar la Gloria de aquel que nos amó y dio su vida por nosotros, no la nuestra.

Por tanto, quizás antes de empezar a sacar el Evangelio de la prosperidad del cristianismo, deberíamos empezar por sacarlo de nosotros mismos.



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