Déu Pare, dame Gracia y pone en mí el deseo de buscarte, para que al buscarte pueda encontrarte, para que al encontrarte pueda amarte, y para que al amarte pueda odiar con todas mis fuerzas, con toda mi alma y todo mi corazón, todos los pecados de los que me has salvado...
En el Nombre de Jesús, amén!



jueves, 13 de septiembre de 2012

Del Protoevangelio en Génesis 2...

15 Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar.
Génesis 3
Tradicionalmente se ha considerado este versículo como el primer proto-evangelio de la Biblia, es decir, el primer oráculo profético que anunciaba nuestra redención mediante el Mesías de Dios.

Sin embargo, un estudio más profundo de la Palabra nos permite encontrar un protoevangelio un capítulo más atrás.

Situémonos.
Dios ha creado a Adan de la tierra, le ha hecho señor de lo creado, y le ha dotado de pureza/santidad, sin embargo, el primer hombre no puede cumplir plenamente su propósito vital, Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza.

Adan está solo, no tiene a nadie de su misma sustancia con quien establecer vínculos en una relación de autoridad y sumisión en igualdad, es decir, Adan por sí mismo es incapaz de reflejar la unidad en diversidad de la comunidad de la Trinidad de Dios.

De este modo, vemos que la culminación de su llamado no tiene lugar mediante una progresión ascendente fruto de su esfuerzo, sino a través de una sumisión en confianza a Dios.
Adan sacrifica su conciencia y se entrega -kenosis- a la debilidad de un sueño que prefigura la muerte en un mundo donde ésta no existe, sacrificando la integridad de su cuerpo mediante la perforación de su costado y el derramamiento de su propia sangre, entregándose para que Eva reciba Vida, para ser Uno con su esposa, y ser al fin Imagen de Dios, al reflejar al la Unidad en diversidad de la comunidad de la Trinidad.

Grande es el misterio de Adan, pero Dios dice esto respecto de Cristo y Su Iglesia...