Déu Pare, dame Gracia y pone en mí el deseo de buscarte, para que al buscarte pueda encontrarte, para que al encontrarte pueda amarte, y para que al amarte pueda odiar con todas mis fuerzas, con toda mi alma y todo mi corazón, todos los pecados de los que me has salvado...
En el Nombre de Jesús, amén!



domingo, 16 de septiembre de 2012

De Roger Olson y el Pietismo, o de que No Sólo de Doctrina Vive el Hombre...

Roger Olson da en el clavo cuando escribe,
Según los Pietistas, el Evangelio busca la transformación del hombre interior.
No es suficiente que el hombre exterior confiese las doctrinas correctas, practique la caridad o encare de manera correcta los sacramentos y la liturgia.

Si el hombre interir no ha sido transformado por la Palabra y el Espíritu, todas las actividades del hombre exterior, por muy perfectamente realizadas que sean, son inútiles.

Demasiado a menudo, los pastores y los líderes congregacionales tienen tanto miedo al fanatismo y la rareza religiosa que se alejan lo más posible de la idea de experimentar a Dios a través de Jesucristo en el poder del Espíritu.
Pero eso es ignorar el anhelo natural por sentir algo y ser cambiado que reposa en todo corazón humano.

No estamos hechos para vivir solo de doctrinas y ceremonias.
Mientras mostramos la experiencia religiosa de puertas afuera, la gente busca experiencias religiosas donde sea que pueda encontrarlas.

El Pietismo insiste que el auténtico cristianismo siempre incluirá un llamado a los afectos y no solo al intelecto o voluntad.

La descripción del erudito Hansgünter Ludewig del pietista Gerhard Tersteegen (1697-1769) expresa el deseo de la mayoría de, si no de todos, los corazones,
'Su búsqueda fue menos por un Dios de Gracia y más por la presencia de Dios.
Él deseaba conocer -por experimentarlo- que Dios estaba con él'.

Hoy en día mucha gente, si no la mayoría, se siente como Trsteegen, menos preocupados por asuntos de culpa y justificación y más por la búsqueda de Dios con y en ellos.

El Pietismo apunta hacia un cristianismo que recorre un camino carente de fanatismo, pero lleno de experiencia que trae transformación y seguridad a través de una relación y personal con el Dios que es sentido y no tan solo prometido.

El Pietismo busca una transformación de los afectos llevado por un cambio en la voluntad cuyo resultado son actos de compasión.
Demasiado a menudo, nuestras iglesias intentan manipular a los congregantes para que se entreguen y trabajen, porque no hay ningún impulso que conduzca a darse con gratitud y de manera voluntaria en estas prácticas.

Una dosis de experiencia espiritual generada por el arrepentimiento y fe en respuesta a una predicación poderosa de la cruz puede resultar en una mayor edificación del Reino que todos los llamados que hacemos en nuestros tablones informativos o desde nuestros púlpitos.
No solo de doctrina vive el hombre, sino de la Palabra de Dios morando en él, haciéndole andar como el Señor anduvo.

Y tanto estudio sesudo, y tanta preocupación por la defensa doctrinal nos ha hecho olvidar que no estudiamos para aumentar nuestro conocimiento, sino para poder poner en práctica lo que estudiamos.