Déu Pare, dame Gracia y pone en mí el deseo de buscarte, para que al buscarte pueda encontrarte, para que al encontrarte pueda amarte, y para que al amarte pueda odiar con todas mis fuerzas, con toda mi alma y todo mi corazón, todos los pecados de los que me has salvado...
En el Nombre de Jesús, amén!



viernes, 26 de octubre de 2012

De los Recelos de Plinio el Joven...

Ellos afirman que la suma y substacia de su falta o error había sido la costumbre de reunirse en un día fijo antes de la puesta de sol, y cantar como respuesta un himno a Cristo como a un dios, y comprometerse bajo juramento, no a algún tipo de crimen, sino a no cometer fraude, robo, adulterio, no falsificar su deber, y no negarse a devolver su deber cuando se les solicita.

Cuando esto concluye, era su costumbre marchar y reunirse otra vez para compartir una comida, pero una comida ordinaria e inocente.

Incluso esto, afirman, lo habían dejado de hacer tras mi edicto mediante el cual, de acuerdo a sus instrucciones, les había prohibido asociaciones políticas.

De acuerdo a esto, juzgué como muy necesario descubrir la verdad al torturar a dos mujeres esclavas que eran llamadas diaconisas.
Pero no descubrí nada más que superstición excesiva y depravada.

Plinio el Joven, Carta al Emperador
Me parece muy interesante hacer notar que -contra toda convención social- dos mujeres esclavas ostenteaban cargos de responsabilidad.