Déu Pare, dame Gracia y pone en mí el deseo de buscarte, para que al buscarte pueda encontrarte, para que al encontrarte pueda amarte, y para que al amarte pueda odiar con todas mis fuerzas, con toda mi alma y todo mi corazón, todos los pecados de los que me has salvado...
En el Nombre de Jesús, amén!



jueves, 6 de diciembre de 2012

De Orígenes Contra Celso e Isaías 53...

En el Libro I, Cap.55 de Origenes contra Celso, Orígenes refuta del siguiente modo la interpretación judía de Isaías 53,
Acuerdóme que, una vez, en una disquisición con los que entre los judíos se llaman sabios, me valí de estas profecías.
Según el judío, esto fue profetizado sobre el pueblo entero, como si fuera un solo individuo.

El pueblo habría sido disperso y azotado, a fin de que, con ocasión de la dispersión de los judíos entre muchas naciones, muchos se hicieran prosélitos, y en este sentido explicaba el paso: Tu forma será sin gloria entre los hombres; y lo otro: Lo verán aquellos a quienes no fue anunciado, y lo de: Hombre que sufre azote.

Muchas cosas dije yo entonces, en la discusión, para demostrar que no tenían razón de referir al pueblo entero lo que fue profetizado sobre un solo individuo.
Así les preguntaba qué persona decía: Este carga sobre sí nuestros pecados y sufre dolores por nuestras iniquidades.

Y lo otro: El fue llagado por nuestros pecados y maltratado por nuestras iniquidades.

¿Y qué persona dice: Por su llaga hemos sanado nosotros?

Eso lo dicen, evidentemente, por boca del profeta, que lo vio de antemano y, por inspiración del Espíritu Santo, cometen esa prosopopeya, los que, enfermos antes por sus pecados, fueron sanados por la pasión del Salvador, ora procedieran de aquel mismo pueblo, ora de la gentilidad.

Pero lo que, a mi parecer, los puso en mayor aprieto fue el texto que dice: Por las iniquidades de mi pueblo fue conducido a la muerte.
Porque si, como ellos dicen, el pueblo es el objeto de la profecía, ¿cómo puede decirse haber sido conducido este hombre a la muerte por las iniquidades del pueblo de Dios, de no ser distinto del pueblo de Dios?

¿Y quién es este hombre sino Jesucristo, por cuyas llagas hemos sanado los que creemos en El? El, que despojó a los principados y potestades que nos dominaban y las expuso a la ignominia sobre el madero.
Cierto, si el pueblo es quien está expiando sustitutivamente nuestros pecados, y nuestras iniquidades, qué sentido tiene que en el versículo 8º se diga Por la rebelión de mi pueblo fue herido...?