Déu Pare, dame Gracia y pone en mí el deseo de buscarte, para que al buscarte pueda encontrarte, para que al encontrarte pueda amarte, y para que al amarte pueda odiar con todas mis fuerzas, con toda mi alma y todo mi corazón, todos los pecados de los que me has salvado...
En el Nombre de Jesús, amén!



miércoles, 12 de diciembre de 2012

De que toda Petición de Perdón Comporta la Admisión de la Propia Culpa...

21 Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo.
Lucas 15:21
Que el Orgullo fuera aquello que rompió la comunión entre Dios y el hombre explica por qué lo único que restaura dicha comunión sea la Humillación/Humildad.

Primero la de Dios, luego la del hombre para con Dios y sus semejantes.

Perdonamos fácilmente porque no nos supone mayor problema ver la deuda contra nosotros de los demás, pero nos cuesta pedir perdón porque eso supone la admisión abierta de la propia culpa, de ahí que muchos intentos de reconciliación se frustren no por la falta de voluntad de las partes a perdonar, sino por su resistencia a pedir perdón.

De Agustín de Hipona y la Protección de Dios según Unos, o la Vulneración de Su Libertad según Otros.....

Dios nos educa como padre al dificultar y a veces oponer resistencia, a nuestras acciones malintencionadas.

Dios nos guía no al coeccionar nuestra libertad sino poniendo obstáculos en el camino que lleva a dañarnos a nosotros mismos, como el padre que levanta una verja para evitar que su hijo salga a la calle.

El niño se abrirá paso a la calle, pero no sin tener que esforzarse seriamente para superar el obstáculo que su padre ha puesto para evitar que salga mal parado.
'Y fui Yo', reveló el Señor a Abimelec, 'Quien te impidió pecar contra Mí' (Gén. 20:6).

La queja de Satanás a Dios en el prólogo de Job es '¿No le has cercado alrededor a él y a su casa y a todo lo que tiene?' (Job 1:10, 3:23).
La lamentación de Israel en su captividad era que los caminos de Dios habían forzado tanto toda escapatoria que solo una cosa era necesaria: arrepentimiento (Lamentaciones 3:7).

El salmista pide incluso freno a su libertad para no dañarse a sí mismo, 'Preserva también a tu siervo de las soberbias; Que no se enseñoreen de mí; Entonces seré íntegro, y estaré limpio de gran rebelión' (Salmo 19:13)

Agustín de Hipona, Comentarios a los Salmos
Este asunto distingue la teología reformada de la arminiana, pues mientras los primeros vemos limitar la libertad de tu hijo para evitar que se haga daño un acto de Amor, los segundos lo consideran una ofensa a la libertad del pequeño.